Visibilización y Empoderamiento

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domingo, 15 de junio de 2014

#ConsumoColaborativo y el Dictamen del UE.

El 14 de febrero de 2013, el CESE (Comité Económico y Social Europeo) decidió elaborar un dictamen de iniciativa sobre el conocido como Consumo colaborativo o participativo y por fin, este 11 de Junio de 2014 dicho Dictamen se ha publicado en el Diario Oficial de la UE.

El consumo colaborativo trata de facilitar el alquiler o el préstamo responsable y justo, el intercambio o el trueque o la posibilidad de compartir productos (coche, vivienda, libros, etc.) aprovechando las nuevas tecnologías, por lo tanto viene a redefinir parte de las premisas del consumo responsable o sostenible a través de las mismas y en un proceso continuo de reinvención, por ejemplo, las webs o apps que facilitan y diversifican estas dinámicas cada vez más. Esto refleja que la tendencia de los consumidores y consumidoras en el hiperconsumo, a desechar con facilidad productos o servicios o consumir productos de corta duración, está llegando a su fin a favor  de la creación de productos duraderos y preparados para que puedan ser utilizados por varias personas. Además, pensar en consumo colaborativo es pensar justo en una de las vías más efectivas para luchar contra la obsolescencia programada y contra la obsolescencia percibida, es decir, ahora, gracias a la sinergía que se ha establecido entre comunidades, redes sociales y nuevas tecnologías, estamos cambiando activamente las bases de la sociedad de consumo.

En 2010, Rachel Botsman y Roo Rogers comenzaron a difundir el concepto con el libro What’s Mine Is Yours: The Rise of Collaborative Consumption. Hoy, 4 años más tarde, gracias al trabajo de difusión de ellos y a las comunidades como Ouishare (comunidad global a favor de la economía colaborativa), el fenómeno del consumo colaborativo se ha extendido hasta la política de la UE, iniciada a través de este dictamen.



El Consumo colaborativo o participativo pone sobre la mesa una cuestión muy importante, la capacidad de la población de intervenir y definir en el mercado de consumo ¿Cuántas veces hemos dicho u oído que sólo con mi granito de arena no conseguiré nada? Pues bien, ya no sólo son los intereses de las grandes empresas o las grandes políticas o los grandes lobbys proponiendo  productos o servicios sino los intereses de una ciudadanía consciente, decidiendo cuándo, qué y cómo consume pero también la de una ciudadanía consciente decidiendo cómo quiere hacer llegar su producto a otras personas o cómo quiere facilitar esa conexión entre personas con sus mismas ideas, bajo qué premisas éticas o qué valores sostienen un determinado servicio, a través de qué dinámica, qué formatos han de superarse, etc. Valga de ejemplos, las redes para compartir vehículo y optimizar gastos de viaje, o las redes de intercambio de casas entre personas que viajan a distintas parte del mundo, los espacios para intercambiar regalos que no nos gustan, los servicios webs para compartir música o  incluso las webs para organizar grupos de consumo de alimentos artesanos o ecológicos o en definitiva, sostenibles, el coworking o incluso el crowdfunding.  Precisamente, el crecimiento de este tipo de plataformas colaborativas unido a la necesidad cada vez mayor de la sociedad por consumir de una forma más ética, sostenible y responsable, representó –según Forbes- 3.500 mill de dólares en 2013 en todo el mundo.

Probablemente, atendiendo a estas cifras en pleno crecimiento , en dicho dictamen se manifiesta la importancia del consumo colaborativo en la generación de empleo y en la lucha contra la crisis económica, y apunta que “la complejidad y trascendencia que acompañan a la emergencia del consumo colaborativo o participativo exige que las instituciones pertinentes, a partir de los estudios precisos, acometan regular y ordenar las prácticas que se desarrollan en su seno, de manera que puedan establecerse los derechos y responsabilidades de todos los agentes que en él operan. Por una parte, puede cubrir las necesidades sociales en casos de enfoque no comercial, y por otra, contribuir como actividad con ánimo de lucro, a generar empleo, cumpliendo con las normas fiscales, normas de seguridad, responsabilidad, protección del consumidor y demás normas imperativas”.

A pesar de la buena voluntad que muchos dictámenes de la UE muestran en la orientación inicial de sus políticas incorporando esa voz o esos intereses de la población, siempre hay que estar atentos a la capacidad de distorsión y ruptura que en muchas ocasiones tiene esta ordenación de actividades que, naturalmente y desde un enfoque de autorregulación, la ciudadanía ha puesto en marcha sin problemas: ¿es que tras las plataformas que facilitan compartir vehículos no hay  empresas debidamente legalizadas?  Por supuesto que sí! (véase la reciente batalla ganada de compañías como Uber y Bla bla car que ya cuentan con el beneplácito de la Comisión) ¿Cómo van a gestionar la responsabilidad de propietarios que intercambian casas en distintas partes del mundo?  Creo que esto es difícilmente abordable... con esto no estoy posicionándome en contra de proteger, por supuesto que hay que proteger a las personas y precisamente por eso, esperemos que las futuras intervenciones normativas con respecto al consumo colaborativo no sólo sean con ánimo recaudatorio y/o dispersatorio.

Concluyendo...

Para finalizar, diré que me encanta que la UE incorpore las ideas del consumo participativo, que se ponga realmente al servicio de la ciudadanía y que incorpore conceptos derivado del consumo sostenibles como los del Dictamen exploratorio del CESE sobre el tema Fomento de la producción y el consumo sostenibles en la Unión Europea (DOUE C 191/02, 29.6.2012) o el que nos ocupa hoy. Y me gustaría pensar, que las buenas intenciones no se quedaran sólo en eso, en buenas intenciones, en reflexiones que justifican la participación ciudadana sólo a través de esos procesos de gestación del dictamen en sí... y que luego finalizan en la sección de “Retiradas de Propuestas de la Comisión” del DOUE, como la reciente Propuestade Directiva del Parlamento Europeo y del Consejo por la que se establece un marco para la protección del suelo–que bien podría haber establecido un pilar enormemente importante en la lucha contra el cambio climático desde Europa- o la conocida como Propuesta de Directiva del Parlamento Europeo y del Consejo sobre el acceso a la justicia en materia de medio ambiente –que de haber estado mejor planteada hubiese constituido una garantía en la aplicación efectiva del derecho al medio ambiente- .


Me gustaría seguir sintiéndome europea, entre otras cosas, a través de políticas que protejan, fomenten y potencien esta forma de sentir y buen hacer de la ciudadanía. Obviamente ha pasado el tiempo en el que “verde” o “sostenible” era igual a “impuesto” para lograr una respuesta en el comportamiento de la gente... estamos en el tiempo de la solidaridad y de la respuesta ciudadana, en el tiempo en el que la respuesta ciudadana comienza a ser diferente de lo que nuestras estructuras esperan.

Para imbuirte en el consumo o economía colaborativa....

www.ouishare.net. La comunidad de referencia sobre la economía de la colaboración en Europa. En inglés y francés dando cobertura a un amplio abanico de temas.

www.shareable.net. Shareable es una revista on-line sin ánimo de lucro que nos pone al dia sobre las historias generadas alrededor del hecho de compartir: gente, lugares y proyectos. En inglés.
shareable. 

www.collaborativeconsumption.com. La web de referencia sobre el Consumo Colaborativo. En inglés.

www.consumocolaborativo.com. La web de referencia en español, sobre consumo participativo.

www.consocollaborative.com. La web de Antonin Léornard para el Consumo Colaborativo, en francés y con ejemplos de Francia.

blog.p2pfoundation.net/. P2P Foundation no se centra en el Consumo Colaborativo pero se relaciona en varios aspectos como la co-creación y la co-propiedad. Dispone de blog(inglés), Wiki(inglés) y un pequeño apartado en español dentro del Wiki general.

domingo, 25 de mayo de 2014

Guía de Mujeres en el Sector Ecológico Andaluz.

En los últimos meses he trabajado como parte del equipo profesional que ha elaborado la publicación denominada “Mujeres del Sector EcológicoAndaluz. Visibilización y Empoderamiento”, de la Asociación Red Andaluza deDinamizadoras de Consumo Responsable y Alimentación Ecológica



Esta guía es un expositor de 35 historias de vida de mujeres muy diferentes, ligadas al sector agrario, que por el enfoque de sus discursos, sus vidas y  proyectos personales/empresariales nos hablan de sostenibilidad pero también de la importancia del género, de la ruptura de las construcciones sociales convencionales sobre el mismo y nos permite conocer también la diversidad de  valores e interpretaciones que las entrevistadas realizan con respecto al trabajo, la participación, la familia, el espacio personal, etc.
Pero la guía lleva dos coletillas que no pasan desapercibidas: Visibilización y Empoderamiento... y en su momento me pregunté si una publicación podría cubrir estos dos objetivos, para qué y en qué medida, por lo tanto:

¿Visibilizar y Empoderar?

Visibilizar: porque conocer opiniones y experiencias de las mujeres nos permite acercarnos más a su día a día, ser más fiel a la realidad social, económica y laboral que les afecta y, por tanto, opinar, planificar y actuar en consecuencia. 

Empoderar: en El Cultural de EL PAIS de 2002, DulceChacón comentaba que lo peor de la tiranía del silencio es que se haga costumbre. Compartir experiencias, dejar hablar/querer hablar para decir quiénes somos, rompe el silencio que nos oculta y ayuda a cambiar las cosas. Mejorar las oportunidades individuales y colectivas de las mujeres supone reconstruir nuestro género, y esto es  resultado de un proceso de representación y autorepresentación. Cuando comencé a trabajar introduciendo la perspectiva de género en mi campo de actividad el concepto de empoderamiento me planteó serias dudas, no desde su utilidad sino desde la comprensión del mismo. Muchas de las referencias que leía no me aclaraban nada y otras me elevaban a la caracterización de ciudadanía activa en abstracto, difuminándose  las cuestiones de individualidad, colectividad, género, feminidad.... 

Tras muchos avatares  llegué a comprender que este es un proceso de cambio continuo, de equilibrio dinámico determinados por la autonomía personal, la capacidad de tomar decisiones, del grado de concienciación (con respecto a nosotras mismas –qué visión tenemos de nosotras mismas ¿nos aceptamos? ¿tenemos la capacidad de cambiar/mejorar?; con respecto a  nuestros actos -¿entendemos las razones de nuestras decisiones, de lo qué hacemos y lo que no?-; y con respecto a lo que nos rodea -¿tenemos libertad para decidir/para hacer en nuestro ámbito familiar, laboral, en el ámbito político, etc.? ¿se está limitando de alguna manera nuestro acceso a los distintos recursos o se están limitando nuestras oportunidades? ¿que normas o pautas culturales me están restringiendo mi capacidad de ser o de hacer?¿soy consciente de qué existen limitantes? ¿estoy decidiendo sobre cuestiones relevantes en mi vida? ¿en qué condiciones estoy eligiendo? ¿soy consciente de que la capacidad de elegir implica la existencia de alternativas? ),  en definitiva, todo esto me sugiere el grado de habilidad, mi capacidad para hacer mis elecciones vitales “estratégicas” –como diría Kabeer- y ese grado, que Kabeer identifica como “expansión de la habilidad” para hacer esas elecciones, es en definitiva, el empoderamiento.

No es mi intención hacer un artículo profesional sobre el empoderamiento, para eso hay un montón de especialistas en la materia que pueden conceptualizarlo, debatirlo y afinarlo inifinitamente mejor que yo, pero era importante reflejar mi reflexión sobre eso, ya que trabajar con este estandarte me obligaba a ser coherente conmigo, con mis valores, y ser honesta con el grupo de mujeres entrevistadas y el público que disfrutaría del resultado del proyecto y, por supuesto, me ayudaría a enfocar la construcción del artículo.

Efectivamente, en la portada se hace referencia a dos valores indispensables y es porque la guía conforma ese espacio donde escuchar parte de esas voces que se representan a sí mismas –se autorepresentan- y representan a las mujeres del sector ecológico, desafiando, por sus trabajos, sus conocimientos, sus propuestas, sus prácticas o simplemente por su forma de ver el mundo, a los estereotipos o las ideas naturalizadas sobre lo que significa ser mujer.  Para finalizar, a todo ello se suma que el conjunto de experiencias nos acerca a los distintos modos de construir un sector, el sector ecológico, a las distintas necesidades que se crean en torno al mismo y nos abre todo un horizonte para seguir trabajando en igualdad y sostenibilidad.



sábado, 15 de marzo de 2014

Aprobado el Registro de #HuelladeCarbono, una alternativa para incentivar el cálculo y reducción de #emisiones.

Una de las iniciativas más interesantes que ha lanzado el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente en los últimos tiempos ha sido ésta, el Registro de Huella de Carbono, aprobado por Real Decreto en Consejo de Ministros, el 14 de marzo.

 

Este registro, incentiva a las empresas a calcular y reducir voluntariamente sus emisiones de gases de efecto invernadero y promueve proyectos nacionales para la compensación de dichas emisiones,  con el objetivo de mejorar la capacidad sumidero de España.

El registro se estructura en tres secciones:
  • Sección de huella de carbono y de compromisos de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero
  • Sección de proyectos de absorción de dióxido de carbono
  • Sección de compensación de huella de carbono
El sistema de cálculo y verificación de esta iniciativa es gratuito y se encuentra abierta a todo tipo de empresas, pudiendo aportar para la inscripción bien el cálculo realizado a través de la herramienta que facilita el propio MAGRAMA o, por supuesto, como se describía en el borrador de la normativa, se reconocerán las verificaciones realizadas por entidades acreditadas para la ISO 14065, ISO 14064, GHG Protocol, PAS 2050 o similar, así como entidades operacionales designadas (EOD) o entidades independientes acreditadas (AIE) por Naciones Unidas en el marco de los mecanismos de flexibilidad del Protocolo de Kyoto.

Con respecto a la sección de proyectos de absorción, lo más destacable es que, cualquier organización, pública o privada, o incluso un particular puede registrar proyectos forestales de sumidero –siempre en territorio español-, cuya cantidad de CO2 equivalente neto estimado puede ser puesto a disposición de las empresas registradas que deseen compensar sus emisiones.

Por todo esto, considero que, en principio, tal y como está enfocado dicho sistema, el Registro del MAGRAMA tiene bastantes ventajas:
  • Propone una alternativa, de cálculo y verificación de la huella de carbono, por su gratuidad, totalmente asumible por las pequeñas empresas.
  • No entra en competencia con la verificación por tercera parte, pues es un registro exclusivamente de validez nacional,  cuyo enfoque, integra los sistemas de cálculo y verificación por entidades acreditadas.
  •  Es una herramienta que fomenta activamente el mantenimiento y crecimiento –a largo plazo- de nuestro patrimonio forestal, y por tanto, la conservación de nuestros ecosistemas.
  •  La puesta en marcha de este registro es un potente instrumento de divulgación de la huella de carbono y contribuirá, sin duda, a normalizar este tipo de información entre la ciudadanía, mejorando la concienciación y la capacidad de elección de productos y servicios en nuestro país.
Concluyo esta primera parte del artículo, gratamente sorprendida por las bondades de este proyecto, que a costa de ver cómo evoluciona, puede autodefinirse en una idea básica: alternativa. Una alternativa que hace accesible, sin no cambian las circunstancias anunciadas hasta el día de hoy, entrar en el sistema de cálculo y reducción de la huella de carbono a todas las pequeñas empresas u organizaciones.

La existencia de alternativas inclusivas son la oportunidad para reinventar y/o desarrollar nuevas dinámicas y prácticas sociales, para mejorar o ampliar la aplicación de modelos productivos o de vida sostenibles y la confianza entre distintos colectivos, como los de producción y consumo, pero principalmente, son herramientas que revierten directamente en la existencia de una ciudadanía activa, en la defensa y ejercicio de nuestros derechos humanos y constitucionales y, en definitiva, en nuestra calidad de vida.

Alternativas para elegir participar.

A día de hoy, en nuestra historia queda demostrado que los modelos únicos de funcionamiento, ya sean económicos, sociales o ambientales, terminan siendo ineficaces y aún más, cuanta menos capacidad de adaptación presenten. Pensemos, por ejemplo, en la agricultura intensiva, que ha demostrado ser un modelo productivo de gran impacto ambiental. Frente a la misma han surgido alternativas  diversas, como la agricultura ecológica, que minimiza el impacto que se deriva de la explotación de nuestros sistemas agrarios mediante la prohibición del uso de sustancias de síntesis química en los mismos.

Pero la agricultura ecológica no es un modelo estático, mejorar estos sistemas de producción significa que esta evolucione bajo una óptica agroecológica, que nos permita mejorar la sostenibilidad de este modelo, incluyendo aspectos  de manejo que van más allá de la mera normativa, y también, aspectos sociales, culturales, económicos, etc.

Siguiendo con el mismo ejemplo, la agricultura ecológica es un sistema de producción cuya garantía se establece mediante sistemas de certificación, en algunas comunidades autónomas de nuestro país, son públicos, y en otras, se ha privatizado. La certificación por tercera parte cumple un objetivo y un servicio necesarios, pero ¿por qué homogeneizar este modelo a todos los canales de comercialización y a todos los actores implicados?  A día de hoy, se reivindican la legalización de alternativas inclusivas a estos modelos de certificación que beneficiarían a una gran cantidad de pequeños agricultores, que, por otra parte, contribuyen, con sus prácticas de funcionamiento y producción, no sólo a proteger nuestros recursos naturales y culturales, como nuestras semillas autóctonas, sino a diversificar actividades económicas diversas y fijar población en áreas rurales.
Una de estas alternativas, ampliamente reivindicada por una gran parte del colectivo de producción y consumo, son los conocidos como Sistemas Participativos de Garantía.

Los Sistemas Participativos de Garantía* son sistemas de garantía de calidad que operan a nivel local. Certifican a productores y productoras tomando como base la participación activa de los actores y se construyen a partir de la confianza, de la construcción de redes sociales y del intercambio de conocimiento. La legalización de este modelo alternativo como garantía de la producción ecológica supondría que esos productores y productoras de pequeña escala, locales, se beneficiarían oficialmente de esta marca de diferenciación agraria.

Por tanto, diversificar alternativas para participar en la construcción de los distintos modelos de sostenibilidad, sean en la escala o nivel que sean, surjan por iniciativa social o por iniciativa gubernamental, son necesarias, nos enriquecen, eliminan barreras y límites económicos y sociales y potencian la capacidad de elegir participar en el proceso.

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